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FEDERICO MAYOR ZARAGOZA EX DIRECTOR
GENERAL DE LA UNESCO
“La reforma de Wert es un
retroceso sobre lo conseguido”
Encabeza una nueva
plataforma, Stop Ley Wert, promovida desde asociaciones de profesores y
universitarios contra la reforma educativa que impulsa el Gobierno
Federico Mayor Zaragoza. / PATRICIA SANTOS
Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934) considera que su obligación es no
callarse. Encabeza una nueva plataforma Stop Ley Wert, promovida desde asociaciones de
profesores y universitarios contra la reforma educativa que impulsa el Gobierno (LOMCE).
El colectivo, presentado en diciembre, pide la retirada del proyecto, que
consideran “un atentado” contra el modelo público. Como exdirector de la
Unesco, Zaragoza prefiere la Declaración Universal de los Derechos Humanos a
evaluaciones como el informe PISA. Como doctor y catedrático, recomienda
escuchar más a los profesores y menos a los políticos. Es catalán y cree que el
debate lingüístico no tendría que haberse removido. Deja sus creencias al
margen y defiende que la religión salga de las escuelas.
Pregunta. ¿Por qué está en contra de la ley Wert?
Respuesta. Es mi obligación como español que ha tenido la posibilidad de ser
profesor, rector, ministro y director de la Unesco. Cuando un ciudadano cree
que el Gobierno necesita un gran acuerdo en algunas iniciativas, no puede
permanecer de espectador. A nadie le debe extrañar que una persona con
responsabilidades educativas a escala mundial vea también problemas en su país.
P. ¿Qué riesgos ve en la reforma?
R. Anuncia una serie de aspectos que son sinceramente un retroceso sobre
lo logrado: la segregación escolar, la religión como asignatura… Conste que soy
creyente, pero la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que
los niños deben estudiar las creencias e ideologías que sus padres decidan
hasta su emancipación sin que estén obligatoriamente impuestas por el sistema
escolar. La religión no debe ser una disciplina. Y no me parece bien que se
sustituya Educación para la Ciudadanía por otra asignatura y que la alternativa
a la religión sean los valores, porque los que estudian religión no estudian
valores.
P. El ministerio también quiere un sistema de evaluación nacional.
R. No me convence en absoluto. Puedes evaluar a un niño y puede saber
muchas matemáticas, pero ser un maleducado. Una cosa es saber inglés o
matemáticas, eso que tanto preocupa por los resultados en los informes PISA,
que son informes de instituciones económicas, como la OCDE, que no tienen nada
que ver con una institución estrictamente pedagógica. La Unesco dice que educar
es contribuir a la formación de personas libres y responsables, mire qué
maravilla. Educado es el que actúa por sí mismo, en función de sus propias
reflexiones, el que puede expresarse libremente. Cuando veo que el presidente
Rajoy habla del informe de la OCDE… Hábleme usted de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, de la Convención Internacional de los Derechos del Niño.
P. ¿Por qué cree que en España nunca se ha alcanzado un pacto educativo?
R. Porque no se considera un tema externo a los partidos políticos. Esa
es otra de las razones por las que estoy en esta iniciativa. Como científico no
puedo aceptar que me digan que la ciencia es de izquierdas o de derechas; la
geometría política no cabe.
P. Pero ocurre.
R. Educación, salud y ciencia deberían quedar fuera de los partidos
políticos.
P. ¿Cómo?
R. Ángel Gabilondo [exresponsable de Educación con el Gobierno del PSOE] fue
un gran ministro. Intentó el pacto y no lo consiguió porque tenía una oposición
muy fuerte. Ahora es igual, pero al revés. El Gobierno es fuerte.
P. El ministro Wert presume de llamar al pacto desde que llegó.
R. Una cosa es llamar y otra reunirse y cerrar un pacto. ¿Sabe quién
conoce la educación? Los educadores, los maestros, los profesores. Se les
debería consultar a ellos, a quienes llevan 25 o 30 años dedicándose a la
enseñanza y dejarnos de informes PISA y no sé qué.
P. Su plataforma considera que la reforma atenta contra la
profesionalidad del profesor.
R. Es así si se aprueba una ley sin acuerdo unánime de un profesorado de
distintos grados. Atenta contra la profesionalidad porque viene impuesta por
una mayoría absoluta parlamentaria. Objeto a que se aprueben leyes rodillo en
democracia en materias tan importantes como la educación. Eso no es bueno para
un país.
P. El PP defiende que no necesariamente hay relación entre la inversión
y la mejora de resultados. ¿Cree que el sistema va a notar el recorte de 6.300
millones en tres años?
R. Claro. En educación pasará como en la ciencia, los recortes se van a
notar. Y lo que hay que explicar a los ciudadanos es por qué hay un banco que
recibe 20.000 millones de euros por un agujero enorme sin que aparezcan los
responsables, mientras se recorta en el sector público.
P. ¿Ha hablado usted con el ministro Wert?
R. No. Yo estoy en esto solo en calidad de persona que conoce el tema y
pido al ministro que haya diálogo. No he hablado con él, pero él tampoco me ha
llamado para preguntarme. Soy un hombre con mucho que hacer.
P. En España, las tasas de abandono escolar doblan a las de Europa.
¿Cómo frenarlo?
R. Eso está perfectamente establecido. Se sabe que hay niños con más
dificultades para una disciplina y otros que tienen menos capacidad para el
aprendizaje. No se puede hablar en términos generales de abandono cuando no se
establecen expectativas y previsiones. En España hubo una desbandada durante la
burbuja inmobiliaria porque encontraban rápidamente una forma de ganarse la
vida. El sistema exige una serie de aprendizajes que no son relevantes. Está
muy bien aprender inglés, pero primero habrá que conocer las magníficas lenguas
que tenemos en el país. Y se debería mirar a los padres más que a los maestros.
Los padres son los grandes responsables. ¿Cuántos van a las reuniones de las
asociaciones de padres o con los profesores?
P. ¿Cuál es su opinión sobre el debate lingüístico?
R. Me parece absolutamente innecesario. Soy catalán ejerciente y creo que el
sistema estaba yendo muy bien. Los mayores no deberíamos juzgar la capacidad de
aprender lenguas de los niños, que las asumen como respiran.